Retornan los boleros en la Plaza Grande de Mérida tras varios meses de espera
La reapertura este espacio ha significado un respiro para los boleros, quienes desde hace décadas brindan sus servicios a locales y turistas, siendo parte esencial del paisaje cotidiano de la ciudad
MÉRIDA, Yucatán.- Tras varios meses de espera y adaptación, los boleros de la Plaza Grande de Mérida finalmente han retomado sus labores en este emblemático espacio del centro histórico.
Estos trabajadores, que forman parte de una tradición viva de la capital yucateca, fueron de los sectores más afectados por las obras de renovación que modificaron temporalmente su rutina y fuente de ingresos.
La reapertura de la Plaza Grande ha significado un respiro para los boleros, quienes desde hace décadas brindan sus servicios a locales y turistas, siendo parte esencial del paisaje cotidiano de la ciudad. Durante el periodo de remodelación, muchos de ellos tuvieron que adaptarse a trabajar en zonas aledañas o incluso suspender temporalmente sus labores, lo que generó incertidumbre respecto a su futuro.
“La Plaza Grande es el punto de encuentro, ya sea de las personas en general o de algún evento público y nosotros siempre hemos estado aquí. Este oficio nunca debe morir porque es una parte de higiene de la limpieza, en los 60’s todos los días se les pedía a los niños zapatos limpios, bien vestiditos y ahora ya está desapareciendo esa tradición, muy pocos están trayendo sus zapatos para limpiar”, expresó Francisco José Saénz Catzín, secretario general de los boleros.
Sin embargo, no todo fue fácil para los boleros durante los meses que duró la remodelación. Durante ese tiempo, muchos de ellos tuvieron que trasladarse a otras zonas del centro histórico, como los alrededores de la Catedral o el parque de Santa Lucía, donde la demanda no era la misma.
La falta de un espacio fijo y la disminución de clientes afectó gravemente su economía, ya que muchos de estos trabajadores dependen exclusivamente de las propinas que reciben por su trabajo diario.
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A pesar de los retos que enfrentaron durante la remodelación, los boleros no han perdido el entusiasmo ni el orgullo por su oficio, una tradición que ha sobrevivido al paso del tiempo y que sigue siendo parte del encanto cultural de Mérida. Para ellos, bolear zapatos no es solo una forma de ganarse la vida, sino una labor que conecta a las generaciones más jóvenes con las costumbres del pasado.
“Hay clientes que siguen siendo fieles, claro que no traen grandes cantidades, pero hasta con dos pares, es un alivio para nosotros”, finalizó.
