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La leyenda del cenote Xcabachen: un refugio en el apocalipsis

Los antiguos mayas creían que este cenote era un portal al inframundo, un lugar sagrado donde los dioses custodiaban el agua, el elemento vital para la supervivencia.

Por: Adity Cupil

MANÍ, Yucatán.- En la vibrante península de Yucatán se encuentra Maní, un pequeño pueblo que, además de su deliciosa gastronomía, es el hogar de antiguas leyendas mayas que han perdurado en la memoria de sus habitantes.

Situado a 100 km al sur de Mérida y a 16 km de Ticul, Maní es un vestigio de la rica historia mesoamericana, conocido por haber sido la capital de la región en el siglo XIII, antes de trasladarse a Uxmal.


Uno de los elementos más fascinantes de Maní es la profunda conexión entre sus leyendas y su gente. Entre las historias más célebres se encuentra la del cenote Xcabachen, un lugar sagrado envuelto en misterio y significado.

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El Cenote Xcabachen: último refugio de agua

 

Los antiguos mayas creían que este cenote era un portal al inframundo, un lugar sagrado donde los dioses custodiaban el agua, el elemento vital para la supervivencia. El cenote Xcabachen es considerado, según la leyenda, el último rincón del mundo que conservará agua en tiempos de sequía extrema.

Este refugio se ha entrelazado con la historia de una poderosa curandera, quien, dotada de habilidades proféticas, advirtió sobre la llegada de los españoles y el futuro de la humanidad. De la misma manera, en una de sus últimas profecías habló de una gran guerra, esta guerra ocasionaría que las personas se vieran obligadas a recorrer tierras y largas distancias para conseguir agua, agua que solo encontrarían en aquel cenote.



La leyenda relata que cuando el mundo esté en su ocaso, una guardiana maya surgirá de la oscuridad de la cueva, sosteniendo una serpiente, símbolo del dios Kukulkán. Esta figura mítica demandará ofrendas en forma de sacrificios, y a cambio, proporcionará a los afortunados una cáscara de cocoyol llena de agua. Aquellos que beban de este líquido sagrado jamás volverán a sentir sed, asegurando su supervivencia en un mundo árido.


El legado de Diego de Landa

 

En la entrada del cenote, se recuerda el 'acto de fe' del fraile Diego de Landa, quien mandó a quemar documentos y destruir esculturas mayas en su afán de convertir a los indígenas al cristianismo.

Este acto, trágico y devastador, ha quedado grabado en la memoria de Maní, como un recordatorio de la lucha por preservar la cultura maya.

 

Maní, lugar de sabor y leyendas

 

Cuando hablamos de Maní, no podemos olvidar su exquisita gastronomía. Uno de los platillos más representativos es el poc-chuc, un delicioso manjar elaborado con carne de cerdo, jugo de naranja agria y especias que cautivan el paladar. Este platillo, al igual que las leyendas que rodean al pueblo, es un símbolo de la identidad maya.

Al visitar Maní, los viajeros no solo se deleitan con su comida, sino que también son testigos de la rica herencia cultural que vive en cada rincón. 



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El cenote Xcabachen, con su entrada enigmática y su conexión al inframundo, invita a la reflexión y el asombro. Al caminar por sus alrededores, es posible sentir el eco de las antiguas voces mayas que aún susurran en la brisa. ¿Te atreverás a descubrir los secretos que esconde este mágico lugar?