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La Dama Blanca, pez fantasmal que vive en los cenotes de Yucatán

Su apariencia, marcada por un cuerpo alargado y una piel translúcida, le otorga un aspecto fantasmal que se agrava por la ausencia total de ojos

Por: Irving Gil

MÉRIDA, Yucatán.- Las profundidades de los cenotes yucatecos esconden secretos ancestrales que, a menudo, pasan desapercibidos para los visitantes. Entre estas maravillas naturales se encuentra la Dama Blanca (Typhliasina pearsei), un fascinante pez endémico de la península de Yucatán cuya singularidad radica en la ausencia de ojos, una adaptación extraordinaria a la vida en la oscuridad absoluta de los cenotes.


Su apariencia, marcada por un cuerpo alargado y una piel translúcida le otorga un aspecto fantasmal que se agrava por la ausencia total de ojos. Esta característica no es un defecto, sino una adaptación evolutiva que le permite sobrevivir en los oscuros y laberínticos sistemas subterráneos de los cenotes, donde la luz del sol no penetra.


 

Está catalogada como una especie que protege el ecosistema de los cenotes y no los podemos ver tan fácilmente porque ellos viven hasta el fondo de los cenotes y les decimos ciegos porque no poseen ojos y para que ellos se puedan mover en estas profundidades han desarrollado un sistema de tacto muy sensible, hacen que puedan sentir todo lo que está a su alrededor para cazar

Sebastián Herrera , 

Integrante de la organización de estudio e investigación CenoteAndo.

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Contaminación deteriora su entorno

 

Asimismo, el especialista dijo que la contaminación hace a la Dama Blanca particularmente vulnerable a los cambios en su entorno. Cualquier alteración en la calidad del agua, el nivel de oxígeno o la disponibilidad de alimento podría tener consecuencias desastrosas para esta especie.

“De hecho la Dama Blanca y la anguila ciega se encuentran en peligro de extinción no los podemos encontrar en otros sitios que no sean de la Península de Yucatán y se protegen a través de una lista roja de una organización internacional”, precisó.


Por último, destacó que este particular pez solo habita en cenotes que son de agua dulce y que no solo es un ejemplo fascinante de la adaptabilidad de la vida, sino que también se ha convertido en un símbolo de la resiliencia de los ecosistemas subterráneos de Yucatán pero también es una invitación a explorar y comprender mejor los misterios de los cenotes y a reconocer la fragilidad de estos ecosistemas.