Celebran a la Virgen de la Asunción en el Barrio de San Sebastián en Mérida
Cada 15 de agosto, el barrio se transforma en un mosaico de colores, sonidos y emociones que reflejan el alma de su gente.
MÉRIDA, Yucatán.- El barrio de San Sebastián, uno de los más antiguos y emblemáticos de Mérida, se viste de fiesta el 15 de agosto para honrar a la Virgen de la Asunción, una celebración que año tras año une a la comunidad en un acto de fe y tradición.
En este día, los habitantes del barrio, junto con visitantes de otras partes de la ciudad y el estado, se congregan para cumplir sus promesas y agradecer por los favores recibidos, fortaleciendo así un vínculo que ha perdurado a lo largo de generaciones.
Al mediodía, las calles del barrio comenzaron a llenarse de vida
Los gremios, grupos organizados de fieles que representan a diferentes sectores de la sociedad, se dirigieron al templo de San Sebastián portando estandartes religiosos y entonando cánticos en honor a la Virgen.
El contraste entre la solemnidad de la procesión y el estruendo de los tambores y cornetas de la banda de guerra, que marcaban el paso de los devotos, creó un ambiente único que refleja la rica fusión de lo sagrado y lo popular que caracteriza a las celebraciones religiosas en Yucatán.
Al final de la procesión, un grupo de jaraneros se hizo presente llevando consigo la simbólica 'cabeza de cochino'. Esta figura, que representa la abundancia y la gratitud, es un elemento central en muchas festividades yucatecas, y su presencia en la celebración del 15 de agosto en San Sebastián es un recordatorio de la mezcla de influencias mayas y españolas que han dado forma a las tradiciones de la región.
La Virgen de la Asunción tiene un lugar especial en el corazón de los habitantes de San Sebastián. Desde tiempos coloniales, ha sido la protectora del barrio y la guía espiritual de sus pobladores.
La fiesta en honor a la Virgen de la Asunción en el barrio de San Sebastián es más que una celebración religiosa; es una expresión profunda de identidad, cultura y fe que ha resistido el paso del tiempo.
Cada 15 de agosto, el barrio se transforma en un mosaico de colores, sonidos y emociones que reflejan el alma de su gente.